El último príncipe azul

Una pequeña escena de algo que ando escribiendo.


-Se supone que cuando te encontrara como al aire te respiraría, mis manos acariciarían tu inestable tiranía. Se supone que cuando llegaras a mis brazos, odas y salmos te entregaría y tus dulces labios me abrasarían, mas ahora mis ojos solo miran pleonasmos lacerando mí poesía.
Exhorto a mi alma quien con ahincó ruega a la anárquica necedad de tu cuerpo cuando llega el consuelo.

¿Te has fijado en el desastre qué me has convertido, que tiemblo cuando busco la acepción de este sentimiento?

Te has vuelto en la taxidermista de mi subconsciente, quien ahora reposa disecado entre tus manos; a pesar de que tanto solsticios como equinoccios, ocasos como albas, horas como segundos me vuelvo a repetir, que lo imposible no será jamás.
Más gracias a nuestra execrable existencia no tengo miedo esta noche, no alma en esta vida y no tengo ganas de seguir si no estas a mi lado amor.

- Maldita necesidad tuya, de usar palabras rebuscadas.

- Seria un insulto si uso lo común.

- Gracias.

- A ti, por existir.

Nuestros cuerpos estaban completamente empapados debido a la lluvia que allí había, ella lloraba, lo sé, es imposible darse cuenta de tal detalle con tremendo derroche de agua sobre su rostro, pero si de algo soy consiente, es de sus sentimientos, no puedo predecir lo que ella hará o dirá, siempre será un enigma.

0 comentarios:

Publicar un comentario